Migrantes y refugiados

Era forastero, y me acogisteis.

(Mt 25, 35)

En el tiempo de nuestros Fundadores las guerras eran causa del éxodo de miles de personas de todas las edades y clases sociales. El lugar principal dónde éstas personas humilladas y desvalidas acudían era a París. Vicente derramó los tesoros de su ternura en estos pobres desterrados, empezando por los más vulnerables.

Hoy igualmente, el hambre, los desastres naturales, los regímenes opresivos y corruptos y los conflictos globales contribuyen a que exista un número creciente de personas desplazadas de lugar. La mayoría no conocen a nadie en su nuevo destino, no hablan el idioma y no tienen dinero. Son, por lo tanto, blanco fácil para el trabajo forzado, la explotación sexual y el robo.

Inspiradas por el evangelio, las Hijas de la Caridad ven en cada familia desplazada escapando de la persecución, padres y jóvenes en busca de trabajo en países donde no hablan el idioma, en las familias que buscan un lugar para vivir y otras, la presencia de la Sagrada Familia como refugiados. Trabajan en la promoción y protección de los refugiados y en la defensa de sus derechos humanos. Para ello les ofrecen:

  • Amistad
  • Recursos básicos
  • Ayuda en el proceso legal
  • Alojamiento
  • Cursos de lengua